TAXONOMÍA SOSTENIBLE
DE MÉXICO
En su primera fase, la Taxonomía Sostenible cubre tres objetivos específicos; i) mitigación ii) adaptación al cambio climático, e iii) igualdad de género. De esta manera, la implementación de la Taxonomía ayudará a desarrollar proyectos con menos emisiones y que propicien la resiliencia ante el cambio climático, tanto de las personas como de los sistemas productivos. De igual forma, se espera que la Taxonomía tenga implicaciones positivas sobre el acceso de las mujeres a mejores condiciones de igualdad y desarrollo.
Las actividades económicas incluidas en la Taxonomía mexicana, que contribuyen a la mitigación y adaptación al cambio climático, pertenecen a seis sectores que fueron definidos por su relevancia en la economía del país y su potencial de contribuir al combate contra el cambio climático.

Por su parte, el desarrollo del objetivo de igualdad de género se considera transversal a todos los sectores de la economía mexicana. Las instituciones que decidan alinear sus actividades, proyectos y/o servicios financieros a este objetivo, deberán hacerlo mediante el Índice de Igualdad de Género (IIG) que cubre tres dimensiones principales:
Gracias a esto, la Taxonomía Sostenible de México se convirtió en la primera taxonomía a nivel mundial en incluir desde su diseño objetivos con impacto sobre el medio ambiente y la sociedad.
Beneficios de contar con una Taxonomía Sostenible
La publicación de la Taxonomía Sostenible de México forma parte de una serie de acciones impulsadas por el Gobierno de México para transformar el sistema financiero mexicano hacia uno que fomente la justicia social y ambiental, al mismo tiempo que contribuye al crecimiento y desarrollo económico del país.
De manera más específica, la Taxonomía Sostenible generará cambios importantes en la movilización de recursos financieros, así como beneficios para las instituciones que utilicen esta herramienta, por ejemplo:

Contribuirá a la movilización y reorientación de recursos hacia actividades con impactos positivos sobre el ambiente y la sociedad.

Generará un marco de referencia común que, al estar basado en criterios científicos, fomentará un ambiente de certidumbre, claridad y transparencia para el mercado.

Ayudará a blindar al sistema financiero, a través de instrumentos y activos sostenibles de la más alta calidad.

Facilitará la alineación de esfuerzos del sector público y privado para apoyar el cumplimiento de los objetivos nacionales en materia de desarrollo sostenible y cambio climático.
Siguientes Pasos
Asegurar la correcta implementación de la Taxonomía Sostenible requiere de distintas etapas para facilitar la adopción de este marco de referencia por parte del sistema financiero. Entre ellas, la creación de capacidades de las instituciones de crédito, inversionistas institucionales y grandes empresas, como usuarios potenciales de la Taxonomía.
Asimismo, con el fin de identificar las oportunidades y posibles retos que se puedan enfrentar en la implementación de la Taxonomía, se llevará a cabo un programa prueba de participación voluntaria, por parte de instituciones financieras, que evaluará la efectividad y aplicabilidad de la Taxonomía.
Adicionalmente, se trabajará en el desarrollo de regulación asociada a fin de establecer un marco claro y sólido para respaldar la adopción y aplicación de la Taxonomía en el ámbito financiero.
Por otro lado, se continuará con el desarrollo del resto de objetivos medioambientales y sociales de la Taxonomía.
Finalmente, la Taxonomía Sostenible de México será periódicamente adaptada a las condiciones y necesidades financieras, económicas, sociales y tecnológicas del país mediante procesos de revisión y actualización.

PREGUNTAS FRECUENTES
Dentro del contexto de las finanzas sostenibles, una taxonomía es un sistema de clasificación para identificar actividades e inversiones que coadyuven al cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad en el mediano y largo plazo.
Brindar una clasificación acertada y categorías comunes para identificar y definir actividades, activos o proyectos de inversión con impactos medioambientales y sociales positivos, con base en metas y criterios establecidos. Lo anterior, con el objetivo de movilizar y reorientar recursos que permitan atender vulnerabilidades medioambientales y sociales.
La Taxonomía responde a la necesidad de contar con un estándar para generar un lenguaje común de sostenibilidad dentro de los mercados financieros. Esto proporciona certidumbre y transparencia, promueve la inversión sostenible y fomenta la libre movilidad de flujos de financiamiento a nivel internacional destinados a la sostenibilidad. La Taxonomía también permite mejorar la calidad de la información proporcionada a los agentes del sistema financiero, y de esa manera, facilitar la toma de decisiones y garantizar la sostenibilidad de las inversiones y los activos. Lo anterior, se alinea con el cumplimiento de los objetivos ambientales y sociales que existen a nivel internacional como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 y las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC), derivadas del Acuerdo de París.
El Gobierno de México integra aspectos de sostenibilidad como parte central de la agenda de desarrollo y el crecimiento económico en el Plan Nacional de Desarrollo, la Estrategia Nacional para la Implementación de la Agenda 2030, el Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo, el Programa Especial de Cambio Climático y el Programa Nacional de Igualdad entre Mujeres y Hombres. Por ello, la Taxonomía mexicana busca orientar las acciones multisectoriales hacia la construcción de una economía baja en carbono y que favorezca el bienestar social.
Las instituciones financieras podrán diseñar productos y servicios financieros sostenibles que atiendan las necesidades de financiamiento de las empresas y los hogares. En este sentido, podrán emitir bonos o préstamos verdes, sociales o sostenibles; hipotecas verdes, o crear fondos de inversión de impacto con mayor certidumbre para sus inversionistas. Al mismo tiempo, las instituciones podrán usar la Taxonomía para divulgar información de la alineación de sus portafolios con actividades sostenibles. Esta información está siendo demandada cada vez más por inversionistas que buscan generar impactos medioambientales y sociales positivos. Así, las instituciones financieras tendrán un mayor acceso a mercados de financiamiento al considerar temas de sostenibilidad.
La Taxonomía Sostenible es un esfuerzo liderado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la cual contó con la colaboración de distintos actores del sector público, privado, academia, sociedad civil y organizaciones internacionales, que participaron en los Grupos Técnicos Sectoriales y Temáticos (GTSyT) para desarrollar los parámetros y criterios técnicos de sostenibilidad para las actividades incluidas en la Taxonomía.
Además, para garantizar la alineación de los criterios técnicos de la Taxonomía con la política climática y ambiental del país, se contó con la participación y validación de autoridades ambientales, tales como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER).
México, al igual que otros países en desarrollo, se enfrenta al doble desafío de atender los efectos del cambio climático y cerrar sus brechas socioeconómicas. Por lo tanto, es necesario movilizar y reorientar recursos a gran escala hacia actividades que contribuyan al bienestar social y al cuidado del medio ambiente. El desarrollo de la Taxonomía Sostenible responde a este contexto, e innova a nivel internacional al ser la primera taxonomía en el mundo en considerar objetivos medioambientales y sociales desde su inicio.
En esta primera etapa, la Taxonomía incluye los objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático para fomentar actividades económicas limpias y que nos permitan atender las vulnerabilidades climáticas que afectan sobre todo a las poblaciones más vulnerables. Además, la Taxonomía de México es la primera en el mundo en incorporar el objetivo de Igualdad de Género para identificar inversiones que ayuden al cierre de brechas laborales y sociales. En otras etapas, vamos a desarrollar los objetivos medioambientales de Biodiversidad, Agua, Prevención de la Contaminación y Economía Circular. Y para los temas sociales, los objetivos de Ciudades Sostenibles, Salud, Educación e Inclusión Financiera.
En la primera etapa de desarrollo de la Taxonomía sólo se han considerado los objetivos climáticos y de igualdad de género. Debido a esto, es posible que existan actividades sostenibles que no estén incluidas en la Taxonomía, sobre todo considerando otros objetivos, como los de gestión del agua, prevención de la contaminación o biodiversidad.
Es importante tener en cuenta que la Taxonomía es un instrumento en constante desarrollo y que en el futuro podrán incluirse nuevas actividades y se podrán actualizar los criterios técnicos, respondiendo a los cambios productivos y tecnológicos, así como a los objetivos de sostenibilidad.
Los Criterios de Evaluación Técnica (CET) definen parámetros, métricas, umbrales y criterios de No Daño Significativo (NDS) y Salvaguardas Mínimas que debe cumplir una actividad económica para ser considerada sostenible en el marco de la Taxonomía.
El IIG refleja, en una escala numérica, la contribución de las organizaciones a tres pilares de igualdad de género: 1) Trabajo Digno, 2) Bienestar e 3) Inclusión Social. Cada uno de estos pilares cuenta con sus propios ejes y criterios. El Índice se construye a partir de la información provista por las instituciones al responder un cuestionario, en el que a cada respuesta corresponde un puntaje. Las preguntas sirven para medir la evolución que registran las organizaciones con relación a sus compromisos y acciones con la igualdad de género a lo largo del tiempo, y el alcance de los mismas.
Significa que todos los sectores y actividades de la economía mexicana pueden ser evaluadas a partir del objetivo de igualdad de género de la Taxonomía. Adicionalmente, para ser elegibles bajo este objetivo deberán adherirse a los criterios que garantizan que las contribuciones a la Igualdad de Género no generan daños ambientales o sociales con respecto al resto de objetivos considerados dentro de la Taxonomía y que cumplen con las salvaguardas mínimas sociales y de gobernanza.
A través de la Salvaguardas Mínimas se busca cubrir los temas relacionados con derechos humanos, así como buenas prácticas internacionales en materia laboral y gobernanza. Estos elementos de obligado cumplimiento están definidos por las leyes y normas vigentes de México, y las convenciones y directrices internacionales de Naciones Unidas, la OCDE y la OIT. Las salvaguardas son de utilidad durante el diseño y ejecución de proyectos para identificar y evaluar los posibles riesgos sociales, así como los impactos positivos y negativos asociados a una actividad. Su aplicación permitirá desarrollar medidas para reducir, mitigar y/o compensar impactos adversos y potenciar impactos positivos.
Para que las empresas hagan uso de la Taxonomía se requiere que cumplan con criterios de evaluación técnica (CET) para una determinada actividad económica. En este sentido, para hacer uso de la Taxonomía las empresas deberán verificar en primer lugar que sus actividades se encuentren dentro de las actividades consideradas en la Taxonomía. Posteriormente, deberán identificar los casos en que se alcancen las métricas y umbrales establecidos, así como el cumplimiento de los criterios de NDS y Salvaguardas Mínimas.
A fin de acompañar a los usuarios en la implementación de la Taxonomía, se contempla el desarrollo de distintos recursos digitales como este sitio web y la herramienta de aprendizaje en línea en los cuales los usuarios podrán prepararse para el correcto entendimiento y uso de la Taxonomía. Adicionalmente, se contempla una serie de capacitaciones y webinarios, así como un programa prueba de participación voluntaria dirigido a instituciones financieras, que evaluará la efectividad y utilización de la Taxonomía, y buscará conocer las necesidades de los usuarios potenciales para facilitar la implementación de la Taxonomía.
Actualmente, estamos realizando diversos proyectos orientados hacia la implementación de la Taxonomía, incluyendo la difusión de este instrumento, herramientas digitales y capacitaciones a usuarios, así como el diseño de una fase prueba voluntaria sobre el uso de la Taxonomía dirigido a instituciones financieras. Adicionalmente, continuaremos con el desarrollo del resto de los objetivos de la Taxonomía, incluyendo la conclusión de los CET para el objetivo de Ciudades Sostenibles.
No, ya que la Taxonomía no es un documento regulatorio con carácter de obligatorio. La Taxonomía constituye un sistema de clasificación de actividades que sirve para que sus usuarios puedan identificar aquellas actividades que, a partir de criterios técnicos, puedan ser catalogadas como sostenibles.
La implementación de la Taxonomía es inicialmente de carácter voluntario, al buscar visibilizar los esfuerzos en materia de sostenibilidad en los mercados y servir como guía para que las empresas e instituciones financieras puedan identificar actividades y activos financieros sostenibles.
Actualmente, identificamos posibles medidas de regulación secundaria para el sistema financiero en temas ASG enfocadas en dos ejes: 1) divulgación de información y 2) definición de instrumentos financieros.
Con respecto a la regulación para la divulgación de información, se consideran medidas de divulgación sobre iniciativas, activos, portafolios e indicadores de operación alineados con la Taxonomía para bancos, fondos de inversión, empresas cotizadas, Afores y seguros.
Por su parte, la regulación para la definición de instrumentos financieros contempla el diseño de definiciones para a) bonos ASG, con potencial de extender a otros instrumentos de deuda o activos, b) fondos de inversión con denominación ASG, e c) hipotecas verdes. Se contempla que estas medidas regulatorias consideren un periodo transitorio suficiente para su entada en vigor de manera obligatoria, que permita a las instituciones financieras formar las capacidades necesarias para la implementación de los requerimientos relacionados con la Taxonomía.